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Foto del escritorAlejandra Montoya

¡El valor del café!

No, no pretendo escribir acerca de cifras ni si es caro o si se producen cuantas toneladas al año, si es de tal o cual origen, no, en esta ocasión y en el marco del Día Internacional del Café, es un gusto escribir sobre el valor que ha tenido en mi vida.


He tomado café desde niña, era solo café soluble, pero hacia mis tardes jugando con mi hermana o con mis primas a pretender tener un restaurante y preparar cafecito de olla en esos pequeños tarros de barro que formaban parte nuestros tan valiosos juguetes.


Ya siendo adolescente encontré en el café la fórmula perfecta para mantenerme concentrada y lograr estudiar hasta la madrugada para aquellos exámenes que me exigían más, como olvidarme estudiando para mi extraordinario de algebra, aunque he de confesar que a pesar de que me mantenía despierta y concentrada, llegaba al punto de alterar mis nervios y de forzarme a visitas constantes al baño.

Siendo universitaria, el café también fue parte de mis días, en mi memoria están grabados los desayunos de molletes o bisquets de aquellas cafeterías donde pagabas por un café y el refil te permitía quedarte por horas en el lugar, para estudiar o solo pasar el rato en aquellas horas muertas, aunque ahora que lo menciono…nunca fue un gran café, pero era lo que había.


Una vez que terminé la universidad, cuando la etapa adulta comenzó, en mi primer trabajo ya como profesionista, desde primera hora en la oficina comenzábamos la jornada bien acompañados por café. No recuerdo con certeza cuantas cafeteras ponía mi buen amigo Pruden, pero hasta las 6 o 7 de la noche esa cafetera se mantenía llena y su contenido amenizaba no solo charlas laborales, pero horas y horas de pláticas con quien es ahora una de mis mejores amigas.

De aquel recuerdo, en las siguientes casi tres décadas de mi vida, si hay una constante, esa es el café y hablo de una constante que te hace el día, que te despierta, que te activa, que te deja cientos, miles de recuerdos. Para mi el café es compañía, es una charla, es una aventura, es una risa, una lagrima, una experiencia. Mis días comienzan con café, el y yo…quizá alguien más, por fortuna casi siempre hay alguien más, que como yo valora una buena taza de café.


Mi favorito, el expreso americano, sobre todas las osadas combinaciones, experimentos o tendencias, siempre preferiré un expreso americano, caliente, bien caliente y sin azúcar, ¡por favor!

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